Para pelear se necesitan dos
Era el siglo IV después de Cristo. Patricio su esposo, «era un buen trabajador pero de genio terrible, además mujeriego, jugador y pagano, que no tenía gusto alguno por lo espiritual». En aquel norte de Africa los hombres acostumbraban a golpear a sus esposas. Patricio siendo muy violento nunca la golpeó. Cuando la gente le preguntaba qué hacía para que su marido no la golpee, ella contestaba: «Para pelear se necesitan dos».
Su nombre era Mónica, hoy para nosotros Santa Mónica, tenía una suegra muy conflictiva y era madre de un hijo rebelde que terminó siendo santo. Su testimonio y oraciones lograron que su esposo se hiciera católico y se bautice, y no sólo él, la suegra también se convirtió, tremendo milagro!!.
Su inteligente hijo llamado Agustín no sólo estaba alejado de Dios, sino que integró una secta anticristiana. Santa Mónica era una mujer de carácter y de mucha oración. Un día muy triste le contó a un obispo cuánto sufría y oraba por la conversión de su hijo; la respuesta del obispo la animó mucho: «Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas»
Después de muchos años, Agustín se convirtió y hoy es uno de los grandes santos de la Iglesia Católica, considerado uno de los padres de nuestra iglesia.
Santa Mónica peleó por su familia pero con las armas de la fe y el amor. Orando y teniendo en cuenta Rom 12,21: «No te dejes vencer por lo malo, vence al mal a fuerza de bien»
Si tienes una familia alejada de Dios, un marido o esposa difícil, no te rindas!!! ora sin desfallecer y no pelees con la carne sino guiado por el Espíritu de Dios.
Si alguien quiere pelear contigo, recuerda que
Para pelear se necesitan dos
Santa Mónica ruega por nosotros!!
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